Inteligencia Emocional: La puerta al control de las emociones de nuestros hijos e hijas

NIÑOS FELICES

Es muy común escuchar a madres y padres hablar sobre la inteligencia de sus hijos e hijas, pero no es tan común escucharlos hablar específicamente sobre su inteligencia emocional. ¿Estás criando seres emocionalmente mudos?

Esto desafortunadamente se debe a la falta de intencionalidad en el acompañamiento del desarrollo emocional de nuestros hijos.

Hasta el 1995 era poco frecuente escuchar sobre inteligencia emocional, salvo en las esferas del área de la psicología, el tema era desconocido. Con la publicación de Daniel Goleman y su popular libro: Inteligencia Emocional, ha surgido un despertar sobre las emociones y todas sus implicaciones.

Como progenitores es de suma importancia que nos documentemos sobre las emociones, pues cuando nuestros hijos “no nos obedecen”, cuando tienen rabietas, cuando son tímidos o retraídos o simplemente cuando son felices, todo está relacionado a las emociones y en cómo nuestros pequeños las están gestionando. Y mientras nos documentamos para apoyar a nuestros hijos, damos el primer paso a saber cómo estamos nosotros gestionando nuestras emociones. Después de todo, la forma más eficiente de educar en las emociones a nuestros hijos, es siendo su modelo a imitar.

Daniel Goleman, investigador, psicólogo y periodista estadounidense que popularizó el tema de la inteligencia emocional, dijo: “A lo largo de la vida resultan esenciales una mayor autoconciencia, una mejor capacidad para dominar las emociones perturbadoras, una mayor sensibilidad frente a las emociones de los demás y una mejor habilidad interpersonal, pero los cimientos de estas aptitudes se construyen en la infancia”. Por lo cual, como guías y modelos de referencia de nuestros hijos e hijas debemos adquirir las herramientas para acompañarles a desarrollar una inteligencia emocional que les permita gestionar adecuadamente sus emociones e integrarse socialmente.

Goleman define la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones”. ¿Qué tanto pueden reconocer nuestros hijos e hijas sus emociones? Por ejemplo, cuando nuestro hijo de 6 años nos pide un dulce poco antes del almuerzo y le recomendamos esperar, ¿sabe el por qué se pone a llorar? ¿Cómo ayudarle a gestionar adecuadamente su enojo por no recibir el dulce pedido? Un paso importante en la educación de las emociones es ayudarles a reconocer las emociones. Hay diversas técnicas que le pueden servir según la edad de su hijo o hija. Una muy sencilla es crear un “diccionario de emociones”, es un ejercicio de crear un libro (usando un cuaderno) donde van anotando las diferentes emociones (una emoción por página) y la van definiendo y colocando toda la información que apoye la comprensión de la misma. Tu hijo podrá recurrir a este libro cada vez que necesite entender una emoción.


Este libro se adapta según la edad de tus hijos, por ejemplo, si aún no sabe leer, utilizas imágenes de rostros donde se reflejen las emociones y le vas explicando dicha emoción y cuándo suele ocurrir. Ayúdale a entenderlo empleando ejemplos cotidianos.

Mientras mayor cantidad de emociones se registran en el diccionario, más comprenderá tu hijo de las emociones y tendrá mejores palabras para verbalizarlas. Sabremos que estamos en el camino correcto al ver que nuestros hijos e hijas pueden poner en palabras sus emociones. Que cuando le digas a tu hijo que no puede comer dulce antes del almuerzo, él sepa decir: estoy enojado en lugar de hacer una rabieta. O cuando tu hija de 7 años tenga hambre, se sentirá aburrida y será capaz de expresarlo. O simplemente cuando tu hijo reciba el juguete que había pedido, se sentirá feliz y te lo hará saber.

Que nuestros hijos puedan verbalizar adecuadamente sus emociones nos facilitará el proceso de satisfacer sus necesidades básicas. Es importante tomar en cuenta el rol de la familia en el desarrollo que tengan nuestros hijos e hijas en el manejo de sus emociones. Por ejemplo, en algún momento hemos estado cerca de un niño o una niña que nos impresionan gratamente, pues suelen hablar de sus emociones con una fluidez envidiable.

Pero también hemos tenido la oportunidad de ver a aquellos niños que, preguntes lo que le preguntes, se quedan mirándote con sus hermosos ojos sin decir una sola palabra. ¿Qué hace que uno exprese abiertamente sus emociones y otro la reprima totalmente? Como en muchas otras áreas del desarrollo, el modelo de familia es determinante en la forma aprendida para gestionar las emociones en los niños y niñas. Aquellas familias donde todos suelen expresar abiertamente sus sentimientos permitirán a los niños desarrollar un vocabulario extenso para pensar en sus emociones y comunicarlas. Al contrario de aquellas familias donde los sentimientos se anulan y la comunicación emocionales mínima o nula, los niños y niñas probablemente serán seres emocionalmente mudos. Al igual que aprender a caminar o hablar, es importante desarrollar esta capacidad desde la infancia con el apoyo de la familia y la escuela.

De lo contrario, en su vida adulta, les será altamente difícil desarrollarla. Daniel Goleman enumeras 4 características sobre la inteligencia emocional, que nos dan las pautas para orientar el acompañamiento a nuestros hijos e hijas:

1. Autoconocerse emocionalmente: Nuestros hijos necesitan aprender a conocerse. Las emociones influyen encada niño de manera diferente y por eso las reacciones a las mismas situaciones serán tan diversas como hijos tengamos. Es importante que ellos puedan comprender que ante una situación, su respuesta no será igual a la de sus compañeros porque cada persona vive sus emociones de forma diferente. En alguna ocasión hemos escuchado a alguna madre o padre decir: “Cuando Juancito tenía esa edad no era así.” Ahora sabemos que se debe a que cada uno de nuestros hijos viven y gestionan sus emociones de formas diferentes.

2. Autocontrol de las emociones: Ayudar a nuestros hijos a dominar sus sentimientos les ayudará a evitar que ellos se dejen regir por sus emociones. Nuestros hijos deben aprender que las emociones son diferentes y saber cuáles son esas diferencias les ayudará a integrarse adecuadamente. También deben tener una gama de herramientas que les permitan dominar sus sentimientos cuando llegan. Por ejemplo: Cuando Juancito no recibe lo que está esperando se enoja y estalla en una rabieta. Luego de trabajar con él, ha aprendido que cuando suceda algo que lo enoje, contará hasta cinco y hará 5 respiraciones lentas, y lo repetirá hasta que sienta que su enojo ha bajado o desaparecido.

3. Automotivarse: Nuestros hijos e hijas necesitan desarrollar optimismo e iniciativa. Acompañarles a tener las herramientas para dominar la situaciónque les toque enfrentar y al mismo tiempo puedan automotivarse. Por ejemplo, en el colegio de su hija se burlan de ella porque tiene el cabello corto y todas las demás niñas tienen cabello largo. Su hija ahora, después de que usted trabajó con ella usando un cuento sobre diversidad y diferencias, ha aprendido que las personas pueden tener el cabello de muchas formas y que unas no son mejores que otras. Cuando escucha las burlas de sus compañeritas las ignora y piensa que deberían madurar y aprender a respetar las diferencias.

4. Empatía y habilidades sociales: Imagine que Juancito llega a la casa llorando porque su mejor amiguito le ha pegado. Mientras le acompañamos y somos empáticos frente a su tristeza, también intentamos guiarle hacia la empatía: Además de escuchar a nuestro hijo y ponerle en contacto con sus emociones («¿Cómo te hizo sentir que Tomás te pegara?»), le ayudamos a ver las cosas desde el lado de Tomás. «¿Qué crees que le pasaría a Tomás para que reaccionara así y te pegara? ¿Podrá tener algún problema? ¿Cómo podemos hacerle saber a Tomás cómo te hizo sentir que te pegara?» Que nuestros niños puedan aprender comprender a los demás y ponerse en su lugar, es fundamental para su desarrollo como persona. Podemos ayudarles a desarrollar empatía a través del juego, por ejemplo, jugando a adivinar lo que piensan o sienten otros.

Sin lugar a dudas, acompañar a nuestros hijos e hijas en su desarrollo implica que creemos las bases para que ellos puedan ir creciendo como personas íntegras a través de nuestro acompañamiento y el apoyo afectivo. Esto es un trabajo a tiempo completo que inicia desde la concepción y se prolonga tanto como fuertes sean los vínculos familiares. Disponemos de múltiples herramientas que nos ayudan y facilitan este acompañamiento, los juegos, los cuentos, las manualidades, son algunas de ellos, pero el mas esencial será siempre el modelo que les brindemos para imitar. ¿Queremos que nuestros hijos controlen su temperamento y no tengan arranques de ira? Mostrémosle como manejamos asertivamente una situación desagradable sin estallar en ira. ¿Queremos que nuestros hijos sean empáticos? Cuando vamos en el carro, cedamos el paso cuando sea necesario. ¿Queremos que nuestros hijos nos escuchen? Dediquémosle el tiempo necesario a escucharles cuando nos quieren hablar, y diariamente dediquemos un tiempo especial para conversar como familia que como fue ese día.

Recordemos, los niños y niñas que desarrollan su inteligencia emocional, serán niños y niñas que podrán desenvolverse en la vida de forma asertiva, serán capaces de enfrentar y tomar decisiones difíciles y (algo que madres y padres agradecemos), serán niños que tendrán la capacidad de aceptar una negativa y entender un llamado de atención (o regaño frente a alguna conducta no deseada.

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