En este momento nos llena de preocupación el hecho de que los grandes progresos que se han hecho para salvar vidas y reducir la pobreza en los últimos 30 años serán revertidos, a no ser que la comunidad internacional responda de inmediato y priorice a los más vulnerables en la lucha contra la COVID-19.
“Nunca hemos sido testigos de una emergencia a esta escala, que afecta a tantos países a la vez. Por primera vez en nuestros 70 años de historia, estamos transformando nuestro enfoque en cada país en una respuesta de emergencia, para que podamos apoyar a aquellos que son más vulnerables a combatir este virus mortal y sus réplicas”, asegura nuestro presidente internacional y CEO, Andrew Morley.
Como organización, estamos “profundamente preocupados” por que los impactos de la COVID-19 puedan “marcar permanentemente el desarrollo de una generación de los niños más vulnerables del mundo”, establece Andrew.
En este sentido, queremos hacer saber que los niños serán los más afectados y las tasas de mortalidad infantil, que se han reducido a más de la mitad desde 1990, podrían ahora comenzar a aumentar nuevamente. “A menos que la comunidad internacional priorice a los países que están en mayor riesgo a largo plazo por los impactos de la COVID-19, esta pandemia dejará a millones de niñas y niños más pobres, más hambrientos, más enfermos, menos educados y expuestos a más violencia y abuso”, advierte Morley.
Y es que, en esta próxima fase “la COVID-19 podría correr de manera desenfrenada por algunas de las partes más pobres, frágiles y peligrosas del mundo, lugares donde los servicios avanzados de salud son casi inexistentes y donde los bloqueos y el distanciamiento social son imposibles para las personas que viven día a día en campamentos de refugiados, barrios marginales y asentamientos”.
Nuestra organización está lanzando una respuesta de 350 millones de dólares con el fin de apoyar a los más vulnerables del mundo en la lucha contra los impactos de la COVID-19. El plan de respuesta de emergencia, el más grande de nuestra historia como ONG, se ejecutará en más de 70 países donde movilizaremos 37.000 empleados, 400.000 líderes religiosos y 220.000 trabajadores de salud comunitarios para apoyar iniciativas de prevención y respuesta.
Sin embargo, no podemos combatir los impactos perjudiciales de la COVID-19 de manera individual, por lo que hacemos un llamamiento a los líderes mundiales, que ahora se centran en responder al impacto que la COVID-19 ha tenido en la economía, para que otorguen la misma prioridad a frenar el impacto mortal a largo plazo en los más vulnerables.