Reforzamiento de la relación con nuestros hijos en las diferentes etapas del crecimiento

Luis-Gonzalez-e-hijos

Cuando nuestros hijos ven la manera en que amamos a Dios y amamos a nuestros esposos, también pueden percibir que lo más importante es el amor.


La relación que se da entre madre e hijos, es en principio de tipo biológico, de forma instintiva si se quiere. Nos movemos para proteger a nuestros hijos y ellos, como un reflejo, reconocen nuestro olor y nuestra voz. Esos primeros días luego que das a luz, son mágicos y los vemos instintivamente tomando el pecho y reaccionando a los estímulos de su madre.

Más adelante, y casi sin darnos cuenta, el tiempo nos dice que ya es hora de otros cuidados y debemos mejorar su entorno físico para evitar accidentes, y es ahí, cuando empiezan a escuchar con más frecuencia la palabra: NO. Ahí es en donde el debate entre sus deseos y lo que le podemos permitir da paso de una etapa de la relación en la que ellos ven que no solo mamá los alimenta, sino que también me cuida y limita. En mi experiencia, los niños aprenden más con el ejemplo que cuando le negamos las cosas. Pero para que esto pase, también debemos llegar a acuerdos y negociar con ellos desde temprana edad.

Yo he fomentado una buena relación con mi hijo y mi hija, los cuales tienen 10 y 14 años respectivamente. Josué, es el más pequeño, y con él he tenido que aplicar una comunicación efectiva, predicando con la influencia o el ejemplo y aprendiendo a mirarlo a los ojos, mientras me agacho para que no me sienta imponente. Esto sin duda ha provocado que él se sienta cómodo y seguro cuando conversamos, cuando le pido algo o lo corrijo por algún comportamiento propio de su edad.

Con mi hija Mía ya nuestra relación es de amigas, sin dejar de ser su madre (esta línea representa una conversación que podemos tener luego). Con los adolescentes es importante fomentar la confianza y manejar los regaños. Por eso, cuando se acerca a decirme algo que podría no agradarme, debo empezar por hacerla sentir importante (por la determinación de conversarlo con su madre) y agradecer la confianza que ha tenido conmigo.

En la actualidad la mejor forma de relacionarnos con nuestros hijos, es usando la escucha efectiva, ayudarnos a enfrentar sus temores e incertidumbres, acompañarlos en el proceso y aprender a delimitar cuando eres amiga y madre.

Todo lo antes expuesto está cimentado en una buena relación con Dios. Es ahí en donde nace, se desarrolla y se planifica todo. La forma en que nuestros hijos son testigos de esa sana cercanía con lo espiritual, y ver en primera fila cómo Jesús es el centro de la familia, les despertará admiración, valor y respeto.


Cuando nuestros hijos ven la manera en que amamos a Dios y amamos a nuestros esposos, también pueden percibir que lo más importante es justamente esto: el amor. Desde ahí, nace todo, ya que el tiempo dedicado a ellos, siempre va a ser de calidad.


Me despido con estas palabras para que las tengan en sus mentes y sirven como los cimientos en el reforzamiento de la relación con nuestros hijos: Dios, amor y comunicación. Por otro lado, los invito a conocer más sobre miles de niños en nuestro país que están en situación de desprotección:

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